Madre para comprar, para vender, para parir y olvidar
Por Martha C. Ruiz
Otra vez el día de las madres. Nuevamente las rosas rojas anunciando la venta de electrodomésticos y los productos de belleza para que las madres cumplan de mejor manera con sus roles –dentro y fuera de sus casas. Con mayo, más que lluvias, caen torrenciales de propuestas comerciales para convertir a la madre “en reina por un día”, pues para servir, obedecer, callar y parir los hijos que “Dios mande” está el resto del año. Y por si alguien duda del mandato, ahí están las canciones que confirman los cánones que dicen que madre buena es aquella sufrida, resignada, con vida sexual solamente para la reproducción y que vive la maternidad como un apostolado.
La maternidad más que un derecho, se ha entendido como una obligación, “el punto culminante para ser una verdadera mujer”. Y así, en todos los espacios públicos y privados se da por entendido que toda mujer nace para ser madre, es más, para ser buena madre y no “una madre desnaturalizada” que, por supuesto no tiene su equivalente en “padre desnaturalizado”, porque “madre, es madre al fin”. Y si en el camino se da la vida por ello, y por lo tanto muere con el hijo o hija en sus entrañas y deja a otros cuantos en la orfandad, quedará más apropiado para el marco de santidad que tan de moda se pone por estos días. Pero claro está, no hay tiempo en los spot de TV ni en las cuñas de radio, para pensar en los que han perdido a su madre y en el dolor que les invade. El dolor es para las madres.
Porque la maternidad tiene que ser algo doloroso en un país donde las muertes maternas siguen siendo cifras preocupantes, en un país donde los servicios médicos no están en todas las comunidades, donde hablar de anticonceptivos es pecado, donde el VIH sigue en aumento en las mujeres jóvenes, donde la violencia sexual e intrafamiliar es el pan nuestro de cada día y en donde los legisladores (¡ah! Y las legisladoras, porque también las hay) prohíben a las mujeres decidir si quieren morir o sobrevivir a causa de un embarazo que no es compatible con sus vidas.
La maternidad difícilmente será una celebración a la vida y al gozo de llevar el amor en tu vientre, cuando viene impuesta a los trece años producto de una violación de tu padrastro o de tu propio padre. Pero ahí estarán las flores de plástico en los semáforos capitalinos en las manos de niñas que pronto serán madres, o hijas de madres que apenas tuvieron infancia, para recordarte que las madres son la excusa comercial de turno. Pero no importa, “ser madre lo es todo”, por lo menos para el mercado y para la propaganda machista, porque en la vida real ser madre de verdad, es querer serlo y no deber serlo, es tener la fortaleza emocional, la valentía y la solidaridad, para acompañar una nueva vida, es recibir con alegría a un ser que crece dentro de tus entrañas o que nació del vientre de otra, pero que crecerá a tu lado, feliz, con dignidad y con derechos, para quien no querés el sello del sacrificio y la resignación.
Ser madre es poder serlo sin olvidarte de vos, de tus sueños y tus placeres. Ser mama es conversar con el otro, la otra, que alguna vez vivió en vos, pero que se ha convertido en persona distinta, única e independiente, con quien jugás, reís, discutís o simplemente compartís espacios en completo silencio, sin miedo, sin temor a ensuciarte, sin preocuparte por el tiempo, ni el qué dirán, ni por el precio del regalo.
Ser madre es tener fe en que tus hijas, tus hijos, no se creerán el cuento del 30 de mayo, porque a fin de cuentas, con vos han aprendido que el amor nada tiene que ver con los comerciales.
3 comentarios
Vania Priscilla Herenfeld Von Raitzer -
luis enrique ludeña ricci -
Alejandro -