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Bitácora de Martha Cecilia Ruiz

Managua en BMdoblepié


Martha Cecilia Ruiz

 

Soy una managua de a pie, de esas que se conocen la capital por sus tufos, sus pisadas y descansos, soy una de esas que se manchan con la mugre de los buses, soy de las que angustiadas vigilan la mano del vecino en el transporte urbano colectivo y no tanto por la cartera, sino por el espacio propio violentado.

Soy una de esas, que en las rutas lleva la mirada desconfiada, con el codazo listo para el conciudadano que posa sus órganos en los femeninos hombros.

Soy una de esas que conocen el acecho en la 58, la 20 ó la 14, de esas managuas que nunca terminan de acostumbrarse y que mejor caminan huyendo sin saber a dónde, en una ciudad, que no es ciudad, sino solamente Managua.

Soy una de esas managuas de a pie, que odia los callejones y las pasadas incómodas de los puentes peatonales, soy una de esas managuas que nacidas y criadas en Managua no terminan de conocer sus residenciales, colonias, barrios, asentamientos y amenazas.

Soy una managua de a pie, con desasosiego ante los huelepegas y las caravanas oficiales, soy una de esas a la que los managuas que no son de a pie, acorazados en sus máquinas, les gritan ¡estúpida! cuando una se cruza la calle despavorida, con el miedo tranquilizante de la costumbre, y las pandillas --que también son de a pie-- a la vuelta de la esquina. 

Soy una managua de a pie que como todo peatón se cruza las rotondas y las rayas amarillas agarrada de la mano con la Muerte, que más blanca y nerviosa que nunca me pregunta “¿nos vamos o nos quedamos?”, mientras los managuas que no son de a pie rugen con sus motores y martirizan con sus bocinas.

Soy una managua de a pie, de esas que desescuchan los piropos obscenos de los policías, 
soy una de esas que a 1 mil 500 pasos por hora miden las emisiones tóxicas de la capital. 
Soy una managua con aura ultravioleta y suela caliente, de esas managuas que caminan, porque saben que no hay mejor ruta que la once. 

Soy una managua de a pie de esas que se cansan, y entonces paran un taxi. Y es allí cuando, como el resto de managuas, alimento nuevos miedos.

Managua, 1996.-

 

Escrito hace 12 años y todavía lamentablemente todavía tiene vigencia por el pésimo serivicio de trnasporte público, la violencia sexual dentro del transporte y la desventaja de caminar en la capital nicaragüense. 

3 comentarios

ADELAYDE RIVAS SOTELO -

Martha...te felicito por tu trabajo. Excelente. Quiero decirte que yo soy una managua de a pie también y me identifico al centavo con lo que acabas de escribir. Lo bueno, es que somos unas managuas de a pie que saben que solo caminado se logra tocar el cielo. sigamos caminando en esa managua, pues al menos entre los que caminan se encuentran mujeres como vos capaces de tomar el mundo en sus manos.
Tu siempre amiga,

Adelayde

Lidia Hunter -

Martha, que rica tu prosa y que acertado el contenido de tu escrito. Es triste reconocer que todavia tiene vigencia.

Espero que no te moleste compartir con mis lectores este escrito, para el cual acabo de crear un link a mi blog titulado NICAS EN NEW YORK.
Dicen que es mejor pedir perdon que pedir permiso. Vos que decis?.
Un abrazo,
Lidia Hunter

CAROLA BRANTOME -

MUY BUENO ESTÁ TU ARTÍCULO MARTHAC

ESTOY BUSCANDO DATOS SOBRE FEMICIDIOS ESTE AÑO EN NUESTRO PAÍS.
¿QUERÉS APOYARME EN ESTE DURO RECUENTO?
uN ABRAZO Y DESEANDOTE LO MEJOR DE LA VIDA Y DE MANAGUA.

CAROLA BRANTOME