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Bitácora de Martha Cecilia Ruiz

La Justicia y la diferencia entre pene y vagina

  Martha Cecilia Ruiz*

Ante la impunidad y la indefensión en que se encuentran las víctimas de violencia sexual en Nicaragua, uno de los peligros es que las familias de las niñas violadas se tomen la justicia por sus manos.  Aunque parezca exagerado puede ser la única opción que el sistema de justicia está dejando a las víctimas que conociendo e identificando perfectamente al violador, -porque es un pariente o un vecino- lo ven salir libre, ya sea porque la Fiscalía no encontró méritos para acusarlo o porque un jurado de “conciencia” lo encontró inocente o simplemente porque nunca fue capturado. ¿Qué opciones ofrece un sistema judicial que aún con pruebas, deja en la impunidad a los violadores? ¿Qué siente una madre al ver al violador de su hija pasar todos los días frente a la puerta de su casa burlándose de la niña víctima y hasta del producto de la violación? ¿Qué modelo de monstruosa sociedad tenemos que favorece al victimario y humilla, agradece y desvalora a la víctima? 

Cada año, un promedio de 50 mujeres y niñas son asesinadas en nuestro país por razones de género, es decir por hombres en su afán de controlar sus vidas y sus cuerpos. La Red de Mujeres contra la Violencia y organismos que trabajan por los derechos humanos de las mujeres como el CENIDH han alertado sobre la violencia contra las mujeres como un problema nacional, sobre lo peligroso del abordaje sensacionalista y sobre la necesidad de políticas integrales para prevenir, erradicar y sancionar la violencia de género. Sin embargo, poco o nada se avanza.   Por ejemplo, para muchas y muchos ciudadanos, las 823 niñas y mujeres víctimas de delitos sexuales que reportó la Policía Nacional en el primer trimestre de este año, sólo están pagando su “mal gobierno”,  son “chavalas locas” o niñas que no fueron “bien cuidadas por sus madres”.

El mundo al revés

Pero ¿qué pasaría si en lugar de 50 mujeres y niñas violadas y asesinadas aparecieran cada año 50 hombres sin pene? “Qué mal gusto -dirán algunos- qué horror escribir eso y ¡cómo pueden publicar semejante cosa!”. En esta línea muchos querrán pasar a otro artículo tratando de borrar de su mente la imagen de 50 hombres con el pene cercenado.  

Resulta  difícil imaginar que cada año deambularían por todo el país decenas -ya no digamos miles como en los casos de mujeres y niñas- de hombres ultrajados, despojados de parte importante de su sexualidad, sin tener a dónde acudir, tocando puertas infructuosamente, buscando justicia o sufriendo en silencio.  Eso no ocurriría, seguramente porque los diputados –que en su mayoría son hombres- publicarían leyes de emergencia y asignarían recursos extraordinarios para perseguir a los autores o autoras de tan horrendos crímenes.  

Comisionados Policiales, Generales de Ejército, Ministros y políticos de toda especie se reunirían de emergencia, se pediría auxilio internacional y se procuraría TODO por hacer justicia. Líderes religiosos clamarían contra el horror, el crimen y el terrorismo sexual y demandarían justicia en lugar de perdón y olvido cristiano, como tantas veces se hace con niñas violadas y embarazadas. En este supuesto, SI BRILLARIA LA JUSTICIA, tan ausente en la vida real para miles de mujeres y niñas víctimas de violencia sexual.

*Publicado en END, agosto de 2005

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Las causas de la “violencia de género”
Hemos perdido ya la sensibilidad al oír o leer noticias como ésta:
“Una mujer de 20 años ha muerto a causa de las heridas que le produjo ayer por la tarde su ex novio con un cuchillo mientras ella paseaba por el paseo marítimo de Gandía (Valencia). La joven fue hospitalizada con puñaladas en el cuello, tórax y nalgas y ha fallecido de madrugada. El presunto agresor, que ha sido detenido, tenía una orden de alejamiento tras ser denunciado por la mujer por malos tratos.”
Pero ¿cuáles son las causas reales de estos crímenes?
La igualdad ante la ley de hombres y mujeres, en caso de proceso de separación (y cuándo hay hijos peor) es ya inexistente. El hombre se encuentra en la calle y pierde la posibilidad de ver frecuentemente a sus hijos (son raros los casos, lamentablemente, de separaciones civilizadas).
Un hombre en esta situación o ante esta perspectiva, pierde fácilmente el raciocinio y comete estas barbaridades.
La familia y la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres son pilares a trabajar en profundidad para evitar una de las causas de estos crímenes.
Carlos Menéndez
http://www.creditomagazine.es